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YOSEF, Y BUSCAR A LOS HERMANOS

YOSEF, Y BUSCAR A LOS HERMANOS

“Un varón lo halló, y he aquí que Yosef erraba en el campo. El varón le preguntó diciendo:  ¿Qué buscas? Él le dijo: Busco a mis hermanos; por favor dime dónde apacientan ellos”.

Génesis 37, 15,16

Familia y hermanos.
Mas allá de los vínculos de sangre, y parentesco, presenciamos en este capítulo una de las terribles desgracias que aquejaron al patriarca Yaacob, cuando se asentó en la Tierra Santa, y parecía que iba a tener un período de paz y sosiego. No cabe duda, y esto lo he escuchado de varios rabinos en disertaciones sabáticas, que el hombre no ha venido a este mundo a descansar. Y si bien, hay ciertos momentos de alegría que toda persona encuentra en su existencia, en verdad, la tarea del hombre tiene que ver con el trabajo, el servicio a Hashem y pasar toda clase de pruebas.

La condición y el vínculo.

Son dos palabras relacionadas, pero que tienen diferente significado. La primera de pertenencia, independientemente del deseo individual, y lo segundo que el tipo de relación se establecen entre las personas y las cosas. Entre las personas y su creencia y con la Torá y con su grupo de pertenencia o de origen.

¿La bendición en la aflicción?

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Cuando citamos el Salmo 51,17 que sentencia: “Los sacrificios de Hashem son el espíritu contrito; al corazón contrito y humillado, oh D'os no despreciaras”, vemos claramente, que hay un aviso a toda persona. Un letrero, donde desde el cielo se nos avisa que todo infortunio, oculta algún bien a futuro, y esto en muchas ocasiones nos es difícil de apreciar, y en otras situaciones, por el contrario, logramos ubicar razones ocultas y causas que no pudimos apreciar al principio.

Obviamente, esto no quiere decir, que deseamos los seres humanos ser castigados o reprendidos, pero nuestra condición falible, nos puede hacer tropezar varias veces con la misma o con distintas piedras en diversas ocasiones.

Yosef, punta de lanza.

Yosef traicionado y humillado, vendido como esclavo. Al final, termina ayudando a su Padre y a sus propios hermanos a bajar a Egipto y salvarse de una hambruna feroz. Pero pasaron 22 años hasta dicho reencuentro, y quien puede pesar todo el sufrimiento acumulado tiene o tuvo un sentido alguno, ... pero al final la Torá muestra que, si hubo una razón, no vislumbrada desde el principio.

Pueblo y hermanos.

Volvemos a dos palabras relacionadas, pero no siempre conectadas. Mi señora Dori siempre me dice: “juntos, pero no mezclados”. Y en el día de ayer encontré una explicación del libro del Zoar (libro madre de la Cábala). Hashem, en muchas ocasiones quebranta o trae pesares del pueblo de Israel a los fines que no se comporten solo como un pueblo, y que vuelvan a sentirse hermanos. Y esto solo se logra (lamentablemente) con golpes y desgracias (D'os nos libre). Pero, más allá de lo yo escriba, la historia del pueblo judío, nos lo muestra y con creces.
Amós. La revelación.

La vida en familia nos trae muchas alegrías, pero también en ciertas oportunidades dolores de cabeza y preocupaciones y desencuentros. Igualmente, el mensaje es claro, este es el deseo del Todopoderoso. El hombre solo puede desarrollarse completamente en sociedad. La soledad no es deseable, ya que mucho más fácilmente induce al pecado.

Como los atributos de la divinidad de Jeded (bondad) y Guevurá (juicio o rigor), son una sola cosa en Él, de una manera que no es comprensible totalmente a la mente de un ser finito y mortal, solo las profecías y los exégetas pueden orientarnos en el camino deseado y advertir yerros para evitar calamidades.

Para el final, la Haftará (capítulo semanal de los profetas que se lee en las Sinagogas junto a la parashá o capítulo semanal de la Torá), el profeta Amós señala: “que por tres rebeliones de Israel (idolatría, inmoralidad, y derramamiento de sangre) que, aun siendo pecados capitales, D'os podría perdonar, pero por un cuarto no revocaré su castigo de destrucción, y el Radak -David Kinyi exégeta bíblico y celebre comentarista del Talmud, menciona este último, cuando los judíos se empezaron a robar entre ellos”.

La historia de Yosef se inicia con un acto de robar o sustraer a una persona. Entonces, debemos aprender de nuestros antepasados, de sus virtudes y de sus errores y siempre solicitar en nuestros rezos, que D'os nos aleccione siempre con bondades buenas. Es decir, en formato chocolate, y no en formato inyectable sin solvente indoloro.

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